La adquisición del habla supone todo un proceso. Ningún padre espera que su hijo se comunique a la perfección desde el primer instante. Además, sabemos que el lenguaje se desarrolla paulatinamente. Aun así, a cierta edad, si a un niño no se le entiende cuando habla, puede resultar preocupante.

El objetivo primordial del habla es lograr la comunicación. Por esto, es normal que los niños cometan errores y simplificaciones del lenguaje durante los primeros años. Y es que su objetivo no está en pronunciar perfectamente, sino en hacerse entender por sus adultos de referencia. A pesar de esto, es esperable que se produzcan avances y que hacia los 4 o 5 años el habla del menor sea inteligible.

Entonces, cuando esto no ocurre o si solo los padres comprenden al infante, algo sucede. Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Lo exploramos a continuación.

Por qué a mi hijo no se le entiende cuando habla

La primera pregunta que puede surgir a este respecto es la siguiente: ¿cuándo debo preocuparme? Aunque es cierto que el proceso de cada niño es diferente, lo cierto es que hay algunas pautas que pueden orientarnos.

Por ejemplo, a los 2 años de edad los padres y los cuidadores habituales deberían entender al menos el 50 % de lo que dice el niño; y el 75 % a los 3 años. Además, llegados a los 4 años, cualquier persona debería poder entender prácticamente todo lo que dice el menor. Ahora bien, ¿cuáles pueden ser las causas de que esto no suceda?

A los 4 años, todas las personas deberían comprender prácticamente todo lo que dice el menor. De no ser así, lo mejor será consultar con un especialista.

Proceso evolutivo

Como decíamos, a lo largo del desarrollo del lenguaje hay procesos fonológicos propios de cada edad. Esto es, simplificaciones y otros aparentes errores que forman parte de la evolución normal. A medida que crecen, los niños aprenden nuevos fonemas y combinaciones entre ellos, pero hasta que eso ocurre surgen situaciones como estas:

  • Omisiones: se caracterizan por la ausencia de un determinado fonema o sonido. Por ejemplo, decir “libo” en lugar de “libro”.
  • Sustituciones: se sustituye un sonido que resulta complicado de articular por otro más sencillo. Por ejemplo, sustituir “mesa” por “meta”.
  • Asimilaciones: un segmento se articula con los rasgos fonéticos de otro adyacente o cercano. Por ejemplo, decir “nuna” en lugar de “luna”.
  • Nasalización: los fonemas no nasales toman características nasales. Por ejemplo, “monito” en lugar de “bonito”.
  • Anteriorización: fonemas posteriores se convierten en anteriores. Por ejemplo, se dice “bustar” en lugar de “gustar”.
  • Oclusivización: los fonemas fricativos se sustituyen por oclusivos. Por ejemplo, se cambia “flecha” por “plecha”.

Es común que estos procesos se presenten en un inicio. Sin embargo, deberían comenzar a desaparecer entre los 3 y los 5 años. A partir de aquí, si todavía aparece un buen número de estos procesos, hablaríamos de un trastorno que requiere una evaluación.

Si además de una afectación en la pronunciación de fonemas aparecen deficiencias en los niveles morfológicos (estructura interna de las palabras) y sintácticos (construcción de oraciones), podríamos estar ante un retraso simple del habla.

Dislalia

En una gran parte de los casos, cuando a un niño no se le entiende cuando habla, suele ser debido a la dislalia. Este término hace referencia a una alteración en la articulación del habla que conlleva una dificultad para reproducir algún fonema. Puede ser simple, si el niño es incapaz de reproducir un único sonido (por ejemplo, en el caso del rotacismo con la pronunciación de la r); o múltiple, cuando afecta a varios fonemas.

Cada fonema suele adquirirse en un tiempo determinado (por ejemplo, s, r y c/z son de los últimos en saber articularse). Por ello, en ocasiones, la dislalia es evolutiva y la simple maduración del niño mejora sus dificultades. Sin embargo, cuando se extralimita el tiempo de adquisición esperado, es importante intervenir.

Así, hay diferentes tipos de dislalia que son producidas por diferentes causas que conviene conocer:

  • Orgánica: las dificultades de articulación derivan de alteraciones físicas como malformaciones en los órganos implicados en el habla o lesiones en el sistema nervioso (disartria).
  • Audiógena: el niño no puede reproducir bien los sonidos porque no los percibe correctamente debido a problemas de audición.
  • Funcional: sucede cuando no hay causa física que explique las dificultades y estas se originan por un mal funcionamiento de los órganos articulatorios. Existen problemas de coordinación motora a la hora de articular un fonema.

Si el niño tiene problemas para comunicarse pasados los 4 años, es importante consultar con un profesional lo antes posible para evitar que las dificultades comunicativas avancen y afecten su autoestima y su sociabilidad.

La logopedia puede ayudar a un niño al que no se le entiende cuando habla

Si a tu hijo no se le entiende cuando habla, probablemente tenga alguna de las dificultades anteriores. Por esto, es importante acudir a un logopeda que pueda evaluar su situación personal, encontrar las causas y proponer la intervención más apropiada. En ocasiones, será suficiente con esperar a que el habla evolucione de manera natural, pero también puede ser importante apoyar con una serie de pautas y ejercicios.

Incentivar el habla en el hogar a través de juegos, canciones, lecturas y conversaciones será muy positivo. Además, puede ser necesario revertir ciertos hábitos, implementar ejercicios labiales y linguales específicos y otras intervenciones que el logopeda diseñará y aplicará. Es clave consultar prontamente para evitar problemas a futuro.

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FUENTE: MujerHoy