De entre los efectos especiales para el rostro -de un maquillaje luminoso a unas cejas definidas y perfectas- el efecto lifting es uno de los más googleados: se buscan cremas que lo provean y tratamientos reafirmantes que imiten a la cirugía más famosa de todos los tiempos, en la que se estira la piel y, con ella, las arrugas y el descolgamiento cutáneo.

Sobra decir que sin pasar por quirófano, lo cual por principios no suele estar en la lista de deseos de nadie. En busca del ansiado efecto lifting, me hablan de kinesiolifting facial, un protocolo de belleza «muy novedoso, diferente a todos y que trabaja a un nivel muy profundo». No resulta invasivo. Al contrario, su enfoque es holístico, de cuidado integral, no hay por medio ni agujas ni aparatos, puesto que todo es manual, y aborda el envejecimiento -arrugas y flacidez- de manera global. «Sales como nueva», me dicen. Y allá que voy a probarlo.

En qué consiste el kinesiolifting facial

Rosa es la terapeuta a cargo del original masaje que ofrecen en una clínica de estética del distrito de Chamartín llamada Éclat. Se ha formado con un «kinesiocoach», me cuenta, dado que la kinesiología es la disciplina que inspira el tratamiento (la otra es la neuroestética). En ella se utilizan variadas técnicas manuales que amasan los músculos e incrementan el bienestar. Todo esto lo aprovecha el kinesiolifting facial a través de un masaje 100% manual, profundo y personalizado en el que se trabajan brazos, escote, cuello, rostro y cráneo. «Es muy completo», me adelanta la experta.

Kinesiolifting se realiza en siete fases, de las cuales dos me llaman especialmente la atención, sobre todo porque nunca había experimentado algo similar. En la primera, llamada «de estabilización» y dirigida a mejorar la movilidad y la respiración, la ponen a una a dar pasos como si fuese una supermodelo.

«Necesito ver cómo caminas para poder liberar los isquiones (son los huesecillos de debajo de los glúteos que ejercen de punto de inserción de varios músculos). Te ayudará a ganar armonía y a mejorar el aspecto de arrugas y papada -que se fomenta por tantas horas como pasamos mirando el móvil- y la pérdida de densidad, ya que cuando adoptamos una mala postura todo tiende a caer». La masajista explica que es importante esta introducción, porque en definitiva se trata de equilibrar el cuerpo para que cuando me tumbe en la camilla esté más relajada.

La segunda fase, «liberación bucal», consiste en dar un masaje ¡por dentro de la boca! Es opcional, y muchas veces el cliente no lo quiere. Intuyo que habrá quien sienta incomodidad porque se hurgue en el interior de una cavidad tan íntima. «¿Con qué objetivo se hace?, pregunto. «Vivimos con mucho estrés, muy acelerados, y todo eso carga la mandíbula. Hay mucha gente que padece bruxismo ». Me convence. A la fase con nombre de anuncio de dentífrico le sucederán cinco más, todas dedicadas al masaje: del tejido conectivo, de la musculatura, dérmico, periorbital y relajante.

Mi experiencia con el kinesiolifting

Nunca había comenzado un masaje estando de pie y aún menos sintiéndome como en un desfile de Victoria's Secret. Me quedo en sujetador y braguita y la terapeuta me indica que ande y desande varias veces un recorrido de unos cuatro metros con el fin de comprobar que ambos lados de mi cuerpo guardan simetría. «La cadera derecha se levanta más. Al caminar necesitamos mover brazos y piernas. Y tú estás sin moverlos y mirando al suelo». Vuelvo a cruzar la pasarela para ganarme su aprobado.

A continuación me pide que inspire y espire. «No respiras con el diafragma sino con los hombros. Siéntate, por favor». Aquí llegamos a un momento cuando menos curioso, previa advertencia de que puede resultar incómodo. Consiste en manipular los isquiones para compensar las caderas, y la especialista necesita introducir las manos a ras de los glúteos. Vuelvo a caminar y me espeta que ahora sí, mi cuerpo goza de mayor armonía.

De nuevo sentada sobre la camilla, estira mi brazo izquierdo hacia atrás para ver hasta dónde llega, y marca la señal con unos palitos. Hace lo mismo con el derecho. Como si estuviese en una clase de Pilates, con los brazos extendidos, hago giros hacia delante y hacia atrás. «Quiero que vuelvas a estirar los brazos para que veas lo que conseguimos en tres minutos de ejercicio». Compruebo que mi flexibilidad ha mejorado de tal forma que soy capaz de llegar una palma más lejos que al inicio. La masajista me anima a practicar en casa este ejercicio, ya que ayuda a la movilidad.

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Seguimos con la fase de estabilización, que ocupa una media hora del total de 90 minutos que dura el tratamiento. Lo siguiente será «abrir el pecho», liberar el diafragma, una zona que acumula mucha tensión. La sensación para mí es nueva. La experta presiona con los dedos por dentro del diafragma para estirar la musculatura y aliviarla. «Ponte de pie y camina de nuevo. ¿Cómo te notas? ¿Más ligera?». Alucino bastante porque me muevo con más soltura, como si me hubiesen quitado lastres de encima.

Llega el momento de tumbarme en la camilla para disfrutar de los masajes. El primero es intrabucal, dirigido a aliviar la tensión muscular en toda la zona de la mandíbula (cuando es mucha puede llegar a provocar dolores de cabeza). «Ante cualquier incomodidad o presión, tú me avisas», dice Rosa mientras se enfunda los guantes de látex y comienza a maniobrar por dentro de la cavidad de la boca, como si pellizcase el moflete desde dentro.

Entiendo el significado de « tratamiento rejuvenecedor global», porque nunca en un protocolo facial habían ido tan lejos. La parte de relajación culmina con un masaje del tejido conectivo (el pegado al músculo) que se realiza en seco, sin crema, y con movimientos deslizantes sobre rostro, mandíbula y cabeza. El objetivo es sedar al sistema nervioso central y estimular la producción de colágeno y elastina .

Pasamos al masaje más beauty, «el antiarrugas», para el que me extienden por todo el rostro una crema rejuvenecedora de Maria Galland, firma de alta cosmética de fama merecida. Rosa aplica las maniobras propias del kinesiolifting, que consisten en trazar números «ocho» con el dedo pulgar y el índice. Trabaja a nivel dérmico, para estimular la microcirculación, y de fascia («se encuentra detrás del músculo. Presionas y arrastras como queriendo despegar la piel para promover la activación muscular«). Me pregunta que en qué arrugas me interesa que incida. «En las del código de barras , de exfumadora», respondo. «De acuerdo. Me centraré en ellas para que tú te veas mejor». Caigo rendida, dígase dormida.

El festín de masajes llega a su fin. «¿Te ha gustado?». Mucho. «¿Te has relajado? Porque te has dormido en algún momento, ¿no?». Me acerca un espejo. «Mira cómo queda la piel. ¿No notas la cara como más desestresada? Hemos estado oxigenándola todo el rato». «Levántate con mucho cuidado». Pienso que el éxito de kinesiolifting radica en el trabajo manual. «Hay mucha aparatología y nos estamos olvidando de las manos de la esteticista. Con ellas se pueden conseguir grandes resultados». Descubro a una persona ávida por seguir formándose.

Resultados y cuánto cuesta este tratamiento reafirmante

La primera sensación que percibo tras el tratamiento es la de un reseteo total, de haber puesto el contador a cero. Me entran ganas de meterme en la cama, como suele ocurrir tras liberar endorfinas después de una sesión de entrenamiento. A esto le acompaña otra apreciación, que es la de una gran ligereza: siento que peso menos. Se debe al desbloqueo que la terapeuta ha realizado en puntos clave de rostro y cuerpo.

¿El efecto lifting que da nombre al masaje? Se le espera y está, porque la microcirculación, a través de los amasamientos intensos, ha devuelto el tono a los distintos grupos musculares del rostro, logrando el codiciado resultado. No sólo eso: también mejora el flujo linfático, relacionado con la retención de líquidos que provoca bolsas en los ojos . El rostro en general luce mucho más descansado.

La sesión dura 90 minutos (la media hora inicial se invierte en conocer al cliente) y cuesta 130 euros. En Madrid lo realizan, con precios similares, en Carmen Navarro y Centro Mem, ambos en el barrio de Chamberí. En Naturaqua, en Chamartín, hemos encontrado el masaje algo más asequible, aunque en versión corta (65 euros, 1 hora).

A favor

-Me convence mucho la parte de los prolegómenos, ya que encuentro sentido a equilibrar el cuerpo para que esté receptivo a los diferentes masajes activadores. Este es el verdadero significado de «holístico».

-Estoy muy a favor del nivel de relajación alcanzado, uno de los objetivos del tratamiento, tal y como me comentaba la terapeuta antes de comenzar. La idea es que salgas de ahí pensando que quieres repetir.

Efecto lifting inmediato: todo en el rostro empieza a circular, como si le hubiesen sumado vida. La piel luce jugosa nada más terminar el masaje, con el óvalo más moldeado.

-Fascias, músculos, isquiones… No es un tratamiento de belleza sin más. El experto en kinesiología atesora un exhaustivo conocimiento sobre anatomía, lo cual se traduce en un masaje de activación muscular de enorme intensidad.

En contra

-El preludio del kinesiolifting, que por un lado me ha seducido, quizás resulta un poco largo si lo que buscas es disfrutar de un tratamiento facial.

-El masaje por dentro de la boca puede descolocar a priori. La sensación es extraña, pero agradecerás el desbloqueo del masetero si, como yo, tiendes a apretar las mandíbulas o padeces bruxismo.

-Se trata de un masaje 100% manual donde las manos son protagonistas. Esto hace que el éxito del masaje sea subjetivo y dependa del virtuosismo del terapeuta. Mi experiencia fue de diez.

Otros masajes con efecto lifting similares

Si hay un masaje clásico con efecto lifting, que además cuenta con legión de fans, es el kobido, algo así como el little black dress de este tipo de tratamientos. En esta técnica ancestral japonesa (la utilizaban las emperatrices para aliviar dolores), con más de mil técnicas, se ponen a trabajar decenas de movimientos: percusión, drenaje, estimulación… El objetivo también es devolver la armonía al rostro reeducando los músculos y el resultado es tan reafirmante como el del kinesiolifting. Probaremos y ¡te lo contaremos!

FUENTE: MujerHoy