Afortunadamente, las instituciones escolares optan cada vez más por los patios escolares verdes. Dar un giro hacia una infraestructura interceptada por la naturaleza trae múltiples beneficios para la salud y el bienestar integral de toda la comunidad educativa. Además, es una iniciativa respetuosa a los efectos del cambio climático.

Reemplazar las porciones de asfalto por tierra y los espacios de cemento por huertas; plantar árboles y arbustos; quitar estructuras metálicas e incluir areneros. Todas estas medidas tienen un impacto positivo en tanto facilitan la creación de un entorno natural dentro de las escuelas. Así, los niños y los docentes pueden disfrutar de las ventajas de estar más conectados con la naturaleza.

Patios escolares verdes, una propuesta valiosa

Debido al proceso de industrialización y a los avances tecnológicos, gran parte de la población mundial vive en zonas urbanas invadidas por suelos pavimentados, enormes edificios y artefactos de toda índole. Dentro de estas ciudades, hay miles y miles de colegios que se verían beneficiados si contaran con espacios exteriores verdes.

El ambiente escolar es el entorno en donde los infantes pasan la mayor parte de su día, por lo que vale la pena repensar el contexto y tener en cuenta cómo impacta en su desarrollo físico, social y cognitivo.

El recreo es el momento más esperado por los alumnos. Es entonces cuando despejan sus mentes luego de estar concentrados en las clases, disfrutan de un refresco y juegan entre amigos. Además, durante esos minutos, los niños también aprenden. En este sentido, transitar este pasaje entre clase y clase en un entorno natural conlleva una serie de beneficios que desembocan en una mejor calidad de vida. Así, los patios escolares verdes reflejan una propuesta más que interesante, pues se traducen en entornos lúdicos de aprendizaje y de bienestar.

Los patios escolares con elementos naturales como árboles aptos para que los niños trepen, enriquecen el juego compartido entre pares, lo que ayuda al desarrollo de las habilidades sociales y comunicativas.

¿Qué sucede en los patios escolares verdes?

Cuando los patios están repletos de vida, la experiencia se vuelve fascinante para los más pequeños. Compartir un ecosistema con insectos, plantas, troncos, tierra, arena y agua potencia la estimulación sensorial, además de promover el desarrollo de la curiosidad. A su vez, se intensifica el poder de observación mientras que se producen cambios positivos en la atención. Todo se vuelve digno de admirar.

El recreo siempre ha sido un momento clave dentro de la jornada escolar. Se trata de un valioso espacio para aprender a socializar, a compartir y a florecer el sentido de la empatía y de la solidaridad. Y qué mejor que disponer de un entorno al aire libre para esto.

Aprender en un entorno natural

En los patios escolares verdes también se aprende sobre biodiversidad y a ser más respetuoso con el medioambiente. Un grupo de niños maravillado ante una hilera de hormigas o frente a una flamante mariposa es mucho más que una bonita escena de apreciar. Se trata de niños que experimentan una profunda conexión con el mundo en el que viven.

Esto supone un asunto importante: advertir el valor de la naturaleza despierta el deseo por protegerla. Por ende, en el futuro los menores podrán tomar medidas más conscientes en pos de un mundo mejor.

Conocer y admirar nuestro entorno, más allá de la industrialización, es requisito excluyente para comprender el papel que tenemos los seres humanos frente al cuidado de la naturaleza.

Jugar en (y con) la naturaleza

Sin menospreciar a los juguetes fabricados o al material didáctico disponible en formatos tecnológicos, está claro que jugar en (y con) la naturaleza tiene un encanto incuestionable. Los niños exploran un espacio rico en estímulos y allí se interesan genuinamente por lo que observan. Además, su motivación por continuar con el aprendizaje sobre los animales, las plantas o los elementos como el viento, el sol y el cielo aumenta de forma significativa.

“Un espacio lleno de vivencias compartidas y donde la curiosidad estimula las preguntas y genera un proceso de investigación que conllevará aprendizaje”.

– Laura Lladós –

Somos parte de la naturaleza

Ensuciarse las manos con tierra, jugar con agua, armar formas con ramitas, zambullir las manos en la arena, observar el tronco de un árbol o sorprenderse al ver un insecto, son experiencias muy valiosas.

En definitiva, los patios escolares verdes representan una propuesta esperanzadora, pues para fomentar una sociedad más empática con el medioambiente, necesitamos crear espacios conscientes. En ellos, la conexión con la naturaleza se debe hacer presente desde los primeros años de vida. Al fin y al cabo, las personas no somos ajenas a la maravillosa naturaleza. Por el contrario, somos parte de ella.

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FUENTE: MujerHoy