Seguro que alguna vez te ha pasado: tu amiga te presenta a su nueva pareja y tienes que disimular tu cara de sorpresa ante lo mucho que se parecen. Tranquila, no son cosas tuyas, sino algo muy real que tiene una explicación científica. Un estudio reciente realizado entre la Boston University School of Health y la Universidad de California revela que es precisamente ese parecido contigo mismo lo que realmente te atrae de tu pareja. Este estudio analizó a 3 generaciones del pueblo de Framigham, en Massachussets, empezando en 1948 y comprobaron que aquellos cuyo origen estaba en el Norte y el Sur de Europa terminaban uniéndose con personas con los mismos antepasados. Involuntariamente, lo que pretendían era perpetuar su herencia genética.
Según dice el psicólogo Justin Lehmiller en su libro Tell Me What You Want, esta atracción hacia las personas que se parecen a nosotros ocurre en el subconsciente. Hay algunos rasgos que funcionan mejor en una relación cuando quedan equilibrados por un opuesto, pero en general «lo que nos es familiar tiende a ser lo que nos gusta y lo que nos atrae, aunque no seamos plenamente conscientes de ello». Según este psicólogo, nuestra apariencia tiene mucho que ver con este proceso: «estás familiarizado con tu propio aspecto, así que ver a otras personas con rasgos similares a los tuyos hace que te sientas más traído hacia ellas».
Pero la genética no es lo único que termina haciendo que las parejas se parezcan entre sí. Aunque pueda darte un poco de grima pensarlo, hay personas que buscan similitudes físicas con uno de sus padres, porque los rasgos que resultan familiares también atraen. Así que no te asustes si de repente reparas en que tu pareja tiene un rostro parecido al de uno de tus padres porque entra dentro de la normalidad (aunque puedas pensar: puaj).
En parejas que llevan mucho tiempo juntas, este fenómeno puede ser incluso más visible y no, tampoco tiene nada que ver con la carga genética. Y es que cuando pasas tanto tiempo al lado de alguien es normal empezar a imitar gestos y expresiones hasta el punto de que, aunque el parecido físico no sea evidente, lo parece. Y no sólo eso, sino que al compartir tanto tiempo juntos, incluso las personalidades pueden llegar a parecerse, favoreciendo ese parecido.
¿Hemos acabado? No. También es habitual que personas que llevan el mismo estilo de vida se atraigan. Es normal, si eres una mujer deportista, es difícil que te atraiga una persona que disfrute con hobbies sedentarios. Pero además tiene que ver con que vuestros sistemas inmunológicos son similares, lo que probablemente también se vea influído por ese estilo de vida.