Dependiendo de la época y la sociedad en la que nos encontremos, nuestra forma de relacionarnos cambia. Ahora, los millennials optan por un amor más lento, lo que significa que tardan mucho más que sus padres en oficializar sus relaciones puesto que dan prioridad a conocerse poco a poco. La amistad y el amor muchas veces se confunde y las relaciones estables comienzan a ocupar un puesto más bajo en nuestra lista de prioridades. Todas estas características pueden relacionarse con el amor líquido, un concepto acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

En su libro, Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos (2003), Bauman retrata un modelo de relación interpersonal caracterizado por la «falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces y superficiales». Supone la negativa a establecer raíces emocionales profundas con otras personas para permanecer desvinculados emocionalmente y así poder encajar en un entorno en constante mutación sin asumir la responsabilidad que supone una relación duradera. Hoy en día, se le da más importancia a la experiencia presente, a la libertad sin ataduras y a la satisfacción inmediata de las necesidades corporales e intelectuales.

Para Bauman, hoy en día las relaciones amorosas se basan más en la atracción física que en una conexión profunda entre las personas. Son relaciones marcadas por el individualismo, en las que ambos miembros de la pareja buscan la satisfacción inmediata de sus deseos, llegando a la mercantilización de las relaciones personales. Esa persona que nos atrae no es más que un trozo de carne que debe ser degustado, y no es necesario que nos preocupemos por sus anhelos, preocupaciones, necesidades, gustos…

Aplicaciones como Tinder no hacen sino fomentar esta idea de amor líquido. Acudimos a ella como cuando nuestras madres iban a ver escaparates apuntando sus objetos de deseo y deshechando aquellos vestidos que no les gustaban. Ante el primer problema en su relación, aquellas personas seguidoras del amor líquido tiran la toalla y van a buscar a un nuevo sujeto que consumir en la amplia oferta disponible en su aplicación de cabecera. No nos confundamos, no es que tengamos que quedarnos con esa pareja que no nos convence sólo por establecer unos lazos más fuertes, pero tampoco negar cualquier tipo de compromiso para continuar en una constante búsqueda de la satisfacción inmediata.

Lo cierto es que Bauman puede tener cierta razón en su análisis, pero para el sociólogo, en cuestiones de amor cualquier tiempo pasado fue mejor lo que ha sido objeto de críticas. Relaciona la forma de relacionarse del pasado con valores más firmes y menos volubles, lo cual puede tener parte de razón, pero sin olvidarnos de que, antiguamente, las razones para permanecer unidos se debían en muchos casos a la debilidad económica y social de la mujer y a cuestiones religiosas en las que no vamos a entrar en este momento.

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