Estrés, roces, tensiones. Durante las dos últimas semanas, las parejas han intentando acomodarse de la mejor manera posible a los nuevos espacios físicos que delimitan las cuatro paredes de una casa, pero también a los nuevos espacios mentales que marca la cuarentena ( la risoterapia puede ser una ayuda para el encierro). Porque cuando las circunstancias obligan a compartir tiempo y espacio no todo son risas y buenos momentos.

Pero, ¿qué ocurre cuando tienen que vivir este periodo de confinamiento por separado, sea en la misma ciudad o a cientos de kilómetros de distancia? ¿Es más fácil para ellos que están acostumbrados a vivir solos? ¿Qué miedos acechan? ¿Cómo se puede afrontar esta situación? Dos psicólogas nos lo explican.

"A priori, puede parecer más fácil para quienes ya mantienen una relación a distancia, pero tenemos que tener claro que no es lo mismo una situación voluntaria, en la que puedes decidir cuándo vas a encontrarte y puedes hacer planes a corto o medio plazo, que forzosa. Esta puede provocar mayores tensiones psicológicas e incitarnos a una idea de rebelión", explica la psicóloga Aída María Rubio, psicóloga TherapyChat, una aplicación móvil y web de consulta psicológica.

"Si la pareja está distanciada voluntariamente, ya tienen unos hábitos de contacto que simplemente seguirán manteniendo. La única diferencia es que no pueden planear cuándo van a verse porque no sabemos cuándo va a acabar esta situación", apunta Silvia Congost, psicóloga experta en dependencia emocional, autoestima y terapia de pareja y autora del libro 'A solas' (Zenith).

Esta no es una situación cotidiana y puede sacar lo peor de nosotros mismos"

aída maría rubio

El deseo de verse, de estar cerca y servir de apoyo al otro choca en muchos casos con la incertidumbre y el temor, tanto a la crisis sanitaria que vivimos como a la posibilidad de que la relación no aguante tantas tensiones. "Quienes tengan una relación sana, asentada, y hayan superado ya otros problemas y crisis lo tendrán mucho más fácil que aquellos que estén empezando y no han tenido la posibilidad de trabajar la confianza mutua", señala Rubio.

Lo peor, según asegura Silvia Congost, puede ser la angustia "al pensar cosas como: 'Si necesito tenerle cerca, no podré…'; '¿Cómo lo va a pasar él o ella?', 'Y si alguno se pone enfermo…'. Al no poder controlarlo, es más fácil que la situación pueda superarnos…", reflexiona. En este sentido, convertirse en punto de referencia para la pareja puede facilitar las cosas. No es fácil, pero es posible. ¿Cómo? "Expresando lo que sentimos, lo que necesitamos, lo que no podemos soportar, lo que nos molesta", apunta la psicóloga.

Si estamos bien, saldremos más reforzados y si estamos mal, deberíamos aprovechar para empezar un nuevo camino"

silvia congost

"La comunicación es básica –señala Aída María Rubio–. Debe ser sencilla, sincera, positiva, sin sacar los trapos sucios, intentando parar o solucionar los problemas que se van presentando", una receta que sirve tanto para las parejas "presenciales" como para las que se encuentran a distancia. Si en el caso de las primeras, solo hay que levantar un poco la voz y sentarse a hablar, en el de las segundas, la tecnología puede ayudar mucho. "Pueden hacerlo como se sientan más cómodos: con videollamadas, por teléfono, por WhatsApp… Lo ideal es que la situación se parezca lo máximo posible a la que tenían antes, que no sobresaturen el contacto, pero tampoco se queden cortos".

E intentando evitar, de momento, las situaciones difíciles que seguro se van a presentar. " El miedo nos pone en situaciones límite, y podemos sacar características que desconocíamos de nosotros mismos o acentuar las que ya teníamos como los celos o la inseguridad", apunta la psicóloga de TherapyChat. En ese sentido, su consejo es mantener la mente ocupada, cuidar el sueño y la alimentación para que la mente se oxigene y produzca neurotransmisores que la mantengan en forma y evitar los pensamientos negativos.

Aunque no es el momento de tomar decisiones drásticas: "Sin duda, debemos tomar nota de aquello que no nos gusta, que nos molesta, que nos hace sentir mal –reconoce Silvia Congost–. Así, al acabar este período podremos decidir qué es lo que debemos hacer. Si estamos bien, saldremos más reforzados y si estamos mal, deberíamos aprovechar para empezar un nuevo camino".

"Esta no es una situación cotidiana y puede sacar lo peor de nosotros mismos –asegura Rubio–. Pero una relación hay que evaluarla en circunstancias normales, no en esta precisamente. Por eso necesitamos dosis extras de comprensión, evitar la ansiedad… Y basar la relación en tres pilares sobre lo que se asentará todo lo demás: confianza, comunicación y paciencia". La misma receta que podemos aplicarnos todos.

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