El que ama, cela. Es una de esas ideas “románticas” que llevamos incrustadas en el inconsciente y que nos hacen normalizar algo negativo que puede ser el veneno que acabe con nuestra relación: los celos. Lo que sí es cierto es que para amar debemos sentirnos seguros y que las inseguridades y la dependencia emocional o el no haber edificado nuestra relación de pareja sobre unos cimientos sólidos de normas y comportamientos saludables pueden acabar en ruptura. Y nadie quiere eso, ¿no? Aquí tienes una guía para manejar los celos y al celoso y salvar la relación… (y para detectar si merece la pena intentarlo).

1. Analizad por qué está celoso

Al principio te parecía muy mono que reconociera que se ponía celoso porque te reías de las gracias de tu compañero del trabajo, pero la etiqueta de cuqui desapareció a la misma velocidad que aumentó el listado de comportamientos tuyos que desencadenaban su drama personal.

Primera medida: no cambies tus comportamientos porque él diga que se siente mal por esto o aquello. Hablar con alguien en el gimnasio, llevar falda al trabajo o llegar un poco tarde a casa porque te has quedado con un compañero a tomarte una caña después de haber acabado en la oficina son situaciones normales y no deberían despertar la paranoia de nadie. Los celos de tu pareja no son un reflejo de cómo eres tú, sino que sirven más bien para saber cómo es él, qué le genera ansiedad, miedo o inseguridad. Asique dejad de vigilar tu comportamiento y empezad a indagar en qué le pasa al celoso.

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2. No desprecies su miedo, el miedo es libre

Hay gente que no puede ver una araña ni en foto mientras otros tienen tarántulas en su dormitorio. ¿Qué significa esto? Pues que el miedo es libre y cada persona tiene sus propios miedos que se activan cuando quieren y se desactivan cuando pueden.

Quizá tu pareja fue traicionada en relaciones anteriores o sus inseguridades beban de otras fuentes como una baja autoestima o un problema grave de dependencia emocional, el caso es que cuando no esté con los celos en todo lo alto se impone una charla amigable sobre qué es lo que siente en determinadas ocasiones y por qué siente eso que siente. Hay que viajar hasta la raíz del problema y para ello necesita que practiques la escucha activa: no niegues, minimices ni “arregles” sus miedos en los primeros diez minutos de conversación, arreglar un problema de este calibre no es tan fácil requiere paciencia, tiempo y mucho amor por ambas partes.

Los celos son una manifestación de inseguridad, no dejes que arruinen tu relación.

Los celos son una manifestación de inseguridad, no dejes que arruinen tu relación. / blue valentine

Sus celos son sus sentimientos y estás ahí para ayudarle a entenderlos y lidiar con ellos, no para despreciar sus problemas dándole una solución que podría estar escrita en una taza de Mr. Wonderful. Escucha y aprende y si la madeja está muy enmarañada o la conversación tranquila es imposible se impone que busquéis ayuda profesional.

3. Intenta no ponerte a la defensiva

Aunque en ocasiones te va a costar cuando empiece la retahíla de “es que tú haces esto o aquellos… “, respira hondo. Si te está acusando de cosas sin sentido, da un paso atrás y en vez de responder con toda tu furia (lo va a interpretar como que tiene razón) intenta hablar con él de forma civilizada. No desprecies el dolor por el que está pasando (sin necesidad de glorificar su sufrimiento, que hay mucho mártir por ahí suelto), pero no te dejes avasallar. Las conversaciones tienen reglas y en esas reglas no entran los gritos ni las descalificaciones. Evita la bronca e inicia una conversación y si no es posible en ese momento aplázala para otro, pero sobre todo no cedas: tenéis un problema y hay que abordarlo y la forma de solucionarlo es hablando de ello no cediendo al chantaje emocional y los numeritos 100% drama.

4. Estableced unos límites saludables

Todas las parejas deben tener una charla sobre límites y líneas rojas que nadie debe cruzar para que ambos miembros de la pareja se sientan seguros en esa relación. Y a esos acuerdos no se llega por arte de magia, se llega con diálogo. Si para ti es normal quedar todos los días con los compañeros de trabajo o los miércoles con tu ex, ese con el que te llevas tan bien, y para el otro no… pues como no lleguéis a un acuerdo vais a tener más de una bronca al respecto.

Pero en esto de los límites hay que remarcar el concepto saludable, porque no todos los límites que el otro puede intentar imponernos lo son. Aquí van algunas situaciones que no son límites sino conductas de control y posesión y que deben hacer que se enciendan todas nuestras alarmas:

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Si te pide que le dejes chequear tu móvil o te exige las claves de tus redes sociales para “comprobar” que dices la verdad. Él no debe “comprobar” nada, o te cree cuando le dices que no pasa nada o no te cree.

Si te pide que dejes de ver a esa persona o grupo de personas (familiares incluidos). Lo sentimos, pero eso no es amor, es control. Recuerda, el amor siempre suma, nunca resta y si dejas de ver a alguien por la persona que amas estás restando tu propia vida social en esa ecuación.

Si te pide que dejes de hacer las cosas que te gustan. Hay parejas que están celosas hasta del tiempo que no pasamos con ellas y dedicamos a otras cosas que no son la relación en sí. Pues renunciar a tus hobbies también es una línea roja, tenlo en cuenta.

Si tienes miedo de sus rabietas. Si has dejado de hacer esto o aquello, llevar ese tipo de ropa que te gustaba, usas el móvil a escondidas en el baño y hasta has recortado las visitas a tu familia porque te da miedo tener una discusión con él… ¿de verdad te merece la pena estar con alguien que te hace sentir así?

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